sábado, 29 de marzo de 2014

LA OSA MAYOR

En una ocasión, Júpiter, el dios de los Cielos, se enamoro de una joven doncella llamada Calisto. Cuando más tarde la celosa Juno, esposa del dios, supo que Calisto había dado a luz a Arcas, hijo de Júpiter, estallo en terrible ira. Rauda, descendió del Olimpo y busco en los bosques hasta encontrar a Calisto, quien estaba jugando con su pequeño hijo.
Cuando la joven vio a Juno, grito de miedo, pues todos los mortales sabían de los ataques de celos de la diosa.
-¡Así que tu belleza cautivo a mi esposo!-exclamo Juno-. Pues bien, ¡veamos que tanto vas a gustarle cuando te vea así!.
Mientras Calisto pedía perdón, su piel se iba cubriendo de tosco pelo negro; sus manos y pies quedaron convertidos en garras enormes de las que brotaban agudas uñas. La boca se le lleno de aterradores y gigantescos dientes, y la voz quedó transformada en un profundo gruñido-Juno había convertido a la encantadora joven en un oso de aspecto feroz.
Como Calisto aun amaba a su hijito, con pasos torpes se dirigió a él; pero éste, asustado, comenzó a gritar. Las ninfas del bosque que vinieron entonces y se lo arrebataron.
Todos le temían a Calisto, ahora que era una inmensa osa negra, y nadie se daba cuenta de que aun era tan dulce y amorosa como siempre había sido. Perseguida por hombres y perros, se vio obligada a esconderse y a vagar por los bosques. También tuvo que huir de otros animales salvajes-incluso de los mismos osos-porque no sabia como pelear, ni quería aprender.
Al comienzo, Calisto intento permanecer cerca de la cabaña en donde su hijo vivía con sus padres adoptivos; cuando se paseaba solo, caminaba cerca de él, escondiéndose detrás de los arboles; y en las noches, se deslizaba hasta su ventana para verlo dormir. Arcas le relató a sus nuevos padres que un enorme oso negro venia a mirarlo, pero ellos le contestaron que esto solo era un sueño.
La gran osa se vio perseguida por cazadores y perros a tal punto que tuvo que refugiarse lejos de su hijo, en lo mas profundo de la floresta.
No obstante, muchos años después, durante una noche de invierno soñó con Arcas, su hijo. Sintió entonces una nostalgia tal, que tan pronto llego la primavera dejó su guarida del bosque y se dirigió hacia la región en donde una vez había vivido.
Una tarde, a la hora del crepúsculo, cuando la osa recorría su familiar bosque mientras recordaba el pasado, llego cerca de un cazador que apuntaba su flecha hacia un pájaro distante. Cuando lo vio, sintió que la sangre se le helaba en las venas porque reconoció a Arcas, su hijo y el de Júpiter. Sobrecogida de amor por él, Calisto lo miraba templar el arco y disparar contra el pájaro.
Se sintió feliz cuando la flecha falló, porque siendo ella misma un animal salvaje, no quería que ninguna criatura fuera victima de un cazador; pero cuando Arcas dio la vuelta y vio a la osa mirándolo, Calisto sintió que el terror tensaba sus músculos; el joven lentamente levanto el arco y lo dirigió exactamente hacia ella. Calisto, incapaz de moverse, solo pudo mirarlo, muda de pesadumbre.
Mas, en ese mismo instante, Júpiter observaba la tierra desde el Monte Olimpo y, viendo lo que iba a suceder, raudo corrió a salvar a aquella a quien antes, joven doncella, había amado tanto. Mas rápido que un relámpago, se precipito desde la montaña, se apodero de Calisto, y se lanzo con ella a través del nocturno firmamento. Luego, arrancando a Arcas de la tierra, lo transporto a los cielos en donde, convertido en un pequeño oso permanece cerca de su madre.
Allí, ambos se transformaron en estrellas. Desde entonces, viven juntos en el cielo y son conocidos como la constelaciones de la Osa Mayor y la Osa Menor. Sin embargo, cuando la celosa Juno los descubrió, mando a Neptuno, dios del Mar, que les prohibiera descender hasta el océano, como lo hacen las demás estrellas. Por esta razón, la Osa Mayor y la Osa Menor son las únicas constelaciones que nunca se sitúan por debajo del horizonte.


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